Grito

sábado, 27 de noviembre de 2010

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Una nueva ola sacude el mundo desde el epicentro mismo de los corazones inconformistas. Rompiéndose las gargantas en gritos que son ya clamor, expresiones coloristas en lienzos mudos, letras deshechas que componen odas a la libertad, creacionismo puro, esencia de la vida que diverge desde distintos puntos, para converger siempre en un mismo movimiento que viene a romper los hilos del sistema establecido.
Y gritan, se oye desde dentro, los rabiosos, los que ocultan su rostro cuando reciben todos los palos. Se oye el grito de aquellos que se protegen de la herida. Radiación doméstica de miserias, decapitado el orgullo, desconocido el misterio que habita el corazón del hombre… todo queda en germen de algo grande. Una lucha rebelde. Una resistencia pacífica, sin dejarse llevar, sin ser arrastrado por mareas, sin ser igual que ellos. Mucha gente, toneladas de locos haciendo ruido de tormenta desde las nubes. Y son tantas las formas de expresión que todas suman. Porque toda oposición es inoportuna para los del trono, por pequeña que sea. En el perfecto rodillo del sistema que todo lo apisona, cualquier pequeña fisura puede desinflarlo todo…

La rabia golpea por dentro desde la insensatez a la cordura, pretende serlo todo, abarcarlo todo. La rabia es una marea confusa que no encuentra la orilla y sin olas ni naufragios puede recrear tanto. Desde dentro se pierde, adentro vuelve cada vez, ahogada, recalentada pero fútil muchas veces. Resulta difícil explicar laberintos sin mapas, congregar la desilusión desbordada si no hay valles que puedan encauzarla. Así, ¿quién grita? ¿Quién lucha? ¿Quién se lanza a la deriva de tantos pensamientos espontáneos? No resulta fácil. No lo es, ni siquiera para mí, acostumbrado a la penumbra de chocar siempre de frente. Vuelco destellos panza arriba, disimulando la tristeza, sin especialista que me sustituya en las tomas de riesgo.

Pese a todo, sigue el grito, no se calla. Movido por la coherencia de tantos que han caído persiguiendo el paso que hay delante, un solo paso más allá de donde estamos. Si fuera eso, si fuera alcanzable, no habría horizonte, siempre aquí sería allí, y allí sería aquí. Todos creando formas nuevas, todos inventado el mundo que de verdad queremos. Todos gritando porque sabemos que otro mundo es posible.

Grito

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Una nueva ola sacude el mundo desde el epicentro mismo de los corazones inconformistas. Rompiéndose las gargantas en gritos que son ya clamor, expresiones coloristas en lienzos mudos, letras deshechas que componen odas a la libertad, creacionismo puro, esencia de la vida que diverge desde distintos puntos, para converger siempre en un mismo movimiento que viene a romper los hilos del sistema establecido.
Y gritan, se oye desde dentro, los rabiosos, los que ocultan su rostro cuando reciben todos los palos. Se oye el grito de aquellos que se protegen de la herida. Radiación doméstica de miserias, decapitado el orgullo, desconocido el misterio que habita el corazón del hombre… todo queda en germen de algo grande. Una lucha rebelde. Una resistencia pacífica, sin dejarse llevar, sin ser arrastrado por mareas, sin ser igual que ellos. Mucha gente, toneladas de locos haciendo ruido de tormenta desde las nubes. Y son tantas las formas de expresión que todas suman. Porque toda oposición es inoportuna para los del trono, por pequeña que sea. En el perfecto rodillo del sistema que todo lo apisona, cualquier pequeña fisura puede desinflarlo todo…

La rabia golpea por dentro desde la insensatez a la cordura, pretende serlo todo, abarcarlo todo. La rabia es una marea confusa que no encuentra la orilla y sin olas ni naufragios puede recrear tanto. Desde dentro se pierde, adentro vuelve cada vez, ahogada, recalentada pero fútil muchas veces. Resulta difícil explicar laberintos sin mapas, congregar la desilusión desbordada si no hay valles que puedan encauzarla. Así, ¿quién grita? ¿Quién lucha? ¿Quién se lanza a la deriva de tantos pensamientos espontáneos? No resulta fácil. No lo es, ni siquiera para mí, acostumbrado a la penumbra de chocar siempre de frente. Vuelco destellos panza arriba, disimulando la tristeza, sin especialista que me sustituya en las tomas de riesgo.

Pese a todo, sigue el grito, no se calla. Movido por la coherencia de tantos que han caído persiguiendo el paso que hay delante, un solo paso más allá de donde estamos. Si fuera eso, si fuera alcanzable, no habría horizonte, siempre aquí sería allí, y allí sería aquí. Todos creando formas nuevas, todos inventado el mundo que de verdad queremos. Todos gritando porque sabemos que otro mundo es posible.

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